sábado, 12 de marzo de 2011

Nota sobre nuestra película en "LOCOXELCINE.COM" (Entrevista al Productor Guillermo Martínez)


Viernes, 11 de marzo del 2011 9:50 am 

A pocas semanas de terminar el rodaje, la gente de Vindicta Films nos adelanta las prácticas poco habituales de los habitantes del Amazonas. Delfines de agua dulce mutilados, zoofilia, violencia y mucha sangre.
En los últimos meses el cine argentino logró abrir nuevas puertas presentando proyectos que hasta este momento no eran comunes en las pantallas locales. Siguiendo con esta  iniciativa los platenses de Vindicta Films redoblan la apuesta y nos tiran en la cara Ellos no pueden gritar (2011), un falso documental sobre las prácticas culturales (sin dejar de ser atroces) que realizan los habitantes del Amazonas con los delfines de agua dulce.
El eje de la historia se centra en el viaje que hacen dos biólogos a bordo de un barco en busca de hierbas medicinales que, sin esperarlo, se topan con unos sujetos practicando zoofilia con un delfín de agua dulce o, mejor llamado, “boto cor de rosa”. Los científicos intentan impedir el acto y, a partir de allí, el viaje toma otro rumbo que lleva al público a descubrir el cine llamado “exploitation” en manos del director brasileño Orange Cavalcante Da Silva.
Como todavía no dominamos del todo el portugés, Locoxelcine entrevistó al productor del film, Guillermo Martínez que explicó en un claro castellano que este género está íntimamente relacionado al morbo que el ser humano lleva adentro, trata de mostrar una realidad de la manera más fiel posible y conmocionar al público. Para Martínez su contenido puede ir “desde sexo, violaciones, torturas, castraciones hasta las situaciones de las más perversas, siempre con el objetivo de mostrar un acontecimiento ‘verdadero’ y por eso es bastante censurado”.

-¿Cuál es el mensaje que quieren difundir a partir de este tema tan controvertido?
El mensaje que se quiere mostrar es sobre mantener los códigos y el respeto hacia una cultura ajena o que se desconoce. Tomamos como pilar fundamental la invasión y la destrucción realizada por el imperialismo norteamericano dentro del Amazonas, además queremos dar a conocer el mercado negro y la masacre que realizan algunos habitantes del lugar con estos delfines.

-Sabemos que Da Silva estaba enterado de estas prácticas por ser oriundo del Amazonas pero ¿tuvieron oportunidad de hablar con quienes hacen estás prácticas? ¿Tuvieron acceso a documentación periodística o de la justicia?
No hemos tenido la oportunidad de hablar porque esas personas suelen hacer sus cosas y luego seguir su vida normal. Nuestro objetivo no es encararlos, perseguirlos o entrevistarlos tildándolos de “subnormales”. En cuanto a la zoofilia con los delfines, el pueblo amazónico los ha visto o se han enterado por otras personas. La venta de amuletos y rituales, se ve cada día, está a la vista de todos. Es una práctica de la que no se habla mucho, se oculta bastante. Y es ahí donde estaremos nosotros para tratar de darla a conocer al mundo. Sólo hemos tenido acceso a docentes de la Facultad de Biología, quienes rescatan a los delfines en el río como material de estudio y fueron quienes nos dieron el permiso para trabajar con los delfines en la película. El material que se puede encontrar relacionado a los delfines de color rosa en Amazonas, está en Internet, donde se informa sobre el peligro de su extinción, pero eso solo es la punta del iceberg, el resto de lo que allí sucede, parece no existir, se esconde.

-¿Cómo fueron tratados por el gobierno y la prensa del Amazonas? ¿Recibieron amenazas por los sectores implicados?
Fuimos recibidos y tratados de una manera increíble, nos dieron todo el apoyo. En ningún momento recibimos amenazas pero sucedió algo incómodo con un documentalista, quien comenzó a desparramar la idea de que nosotros somos psicópatas, que lo que hacemos no es cine y que nos dedicamos a la pornografía. Es realmente gracioso y absurdo pero no le dimos demasiada importancia. Siempre va a aparecer gente queriendo arruinarte el trabajo. No es extraño que aparezca alguien así luego de que nosotros ganamos un festival allí y haber logrado cierta popularidad en los medios locales, sin dejar de lado el hecho de estar trabajando con un género poco conocido o divulgado dentro de su país.
Para que nadie se desmaye (por no describir cosas peores) debemos aclarar que los delfines que se vean en la película ya estaban sin vida antes de iniciar el rodaje: fueron encontrados muertos a la orilla del Amazonas y dados a modo de “préstamo” por un instituto de investigación y defensa de los animales. “Los biólogos, según Martínez, dieron la autorización porque se interesaron en el trabajo que estamos realizando y en el mensaje que queremos dejar”.
La estética de Ellos no pueden gritar homenajeará a las películas de los comienzos de los ’80 con títulos de género mondo y canibalesco: “imágenes crudas, verosímiles, un registro sumamente sucio, mezclando lo antropológico con el horror más puro y duro, apoyándose en un desaforado y exagerado realismo”.

-Con esta descripción del film no podemos dejar de preguntarte por el elenco, ¿cómo fue su elección? ¿Se negaron a realizar las escenas fuertes? ¿Cómo fue el trabajo previo?
El casting fue muy arduo. Algunos actores ya los teníamos en mente, debido a que habían trabajado anteriormente con nosotros en algunos cortometrajes que también rodamos en el Amazonas. Lo más complejo fue seleccionar algunos perfiles muy particulares que requería la película desde lo físico, los rasgos faciales, y las extremas escenas que debían realizar los mismos. Por este motivo, algunos se negaron o sus allegados, amablemente, pidieron que no practicaran esas escenas. Igualmente, se pudieron suplantar fácilmente por otros que realmente pudieran sentirse cómodos y capaces de realizarlas, así que la negativa no generó ningún tipo de inconveniente. Desde la idea, ya se les planteó la historia, las acciones y demás… son actores muy profesionales que entienden del género y de nuestro profesionalismo. Luego en el rodaje, se recalcó y se trabajó más en profundidad, íntimamente y con equipo reducido las escenas más fuertes, tanto de violencia como de sexo o las de zoofilia.

-Sabemos que el Amazonas es un lugar hostil y variable en cuanto a su climatología, ¿cómo enfrentan todas esas dificultades?
La propia locación tiene sus “problemas” naturales, principalmente en lo que se refiere a la vegetación, la fauna y el clima, tres aspectos que se deben tener muy en cuenta a la hora de rodar y trabajar junto a un equipo tanto técnico como humano. Hay animales peligrosos en su hábitat natural, plantas venenosas, plagas de insectos y tormentas. Tenemos que tener cuidado, especialmente en el manejo del equipo técnico, debido a que la locación natural es un ambiente con barro, polvillo y vegetación, que puede dañar el equipo y a nosotros mismos. Rodamos desde temprano hasta que comienza a oscurecer. Por lo tanto, la alta temperatura también es otro factor que influye en el trabajo del equipo, pero uno se acostumbra.
Como no podía ser de otra manera el lenguaje elegido es el portugués pero saldrá una versión en español e inglés. “Una historia propia sociocultural de Amazonas -detalla Martínez- no podía, ni debía ser interpretada por otros actores que no fueran oriundos del lugar y conocieran, supieran, sintieran y llevaran en la sangre lo que allí sucede”.

-¿Temen que Ellos no pueden gritar sea denominada la “Holocausto Caníbal” argentina? ¿Fue una influencia para ustedes?
Fue influencia para nosotros pero partiendo de detalles que seleccionamos y tomamos para “condimentar” nuestra película. Sin ninguna duda, no tememos por eso porque confiamos en la propia personalidad de nuestro producto. Tiene rasgos y códigos muy similares pero es totalmente diferente. Una historia completamente distinta, aunque similar en sus situaciones extremas, sumamente fuertes y violentas, sexuales y reales. De todos modos, que nuestra película les traiga a la mente semejante clásico, nos pone contento.
Vindicta Films contó con un presupuesto de 10 mil pesos para el rodaje y como toda productora independiente tuvo que salir a buscar aportes y hasta poner plata de sus propios bolsillos. Sin embargo, Martínez destaca la suerte que tuvieron al conseguir que el Intendente de Amazonas y un empresario brasilero conocido se “interesaran mucho por el proyecto” y les dieron una “mano muy grande a la hora de subsidiarlo y cubrir los
costos específicos y básicos de cada departamento dentro la producción”.

-Al ser el primer largometraje de su productora Vindicta Films, ¿en qué cuestiones hicieron más hincapié durante el rodaje? Más allá de la historia en sí, ¿en dónde está la apuesta fuerte?
En el rodaje se hizo hincapié fundamentalmente en la prolijidad técnica, en la ambientación, apostamos fuertemente a la interpretación que es el pilar fundamental que hace avanzar un guión de estas características. Apostamos fuerte en obtener la mayor verosimilitud posible, al realismo extremo, a explotar cada uno de los planos y hacer que el público en lo posible no se olvide de ellos.

-El próximo proyecto tiene como eje la violencia sexual pero, en este caso, en el mundo de las modelos, ¿no tienen miedo en quedar encasillados?
¿Encasillados? En absoluto. Es un tema que todos conocemos y que no deja de suceder pese a que todos hacen oídos sordos. Tanto las jóvenes modelos, las actrices o las aspirantes a pertenecer al mundo del espectáculo o al círculo artístico, muchas veces sufren las consecuencias del propio medio, de su gente poderosa y demás… ni hablar de la mafia que se esconde detrás de todo eso. No siempre sucede así, hay gente honesta pero, en este caso, tratándose de un producto de género, revelaremos el lado negativo, con los propios códigos que el cine de terror nos permite trabajar. Va a ser una historia interesante. Simple, pero eficaz.
Guillermo Martínez agradece al camino que supo abrir la otra productora platense de referencia como lo es Paura Flics con Adrián García Bogliano a la cabeza: “Gracias a él y su productora, pioneros del terror local, el género llegó a un nivel muy alto y a una masividad tanto nacional como internacional, haciendo de La Plata, sede por excelencia del cine de terror nacional”. Desde la capital de la Provincia de Buenos Aires al Amazonas sin escalas, Ellos no pueden gritar pretende mostrarle al mundo esta práctica poco difundida y hacerse escuchar en cada plano para que el público “no se olvide y tenga pesadillas con ellos”.

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